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Hoy asistí en el auditorio del Museo
Universitario del Chopo a un evento de privilegio: una conversación con Nick
Cave. Es decir, un encuentro cercano
– up close and personal – con un personaje legendario al que ví por primera vez
en su aparición en “Las alas del deseo” de Wim Wenders, en esa escena del
concierto que justo antecede al momento en que los protagonistas finalmente se
encuentran físicamente.
Nick Cave.... debo decir que, aunque
poseo varios de sus discos, nunca he sido gran conocedora de su música, pero su
voz y sus canciones, sus textos, su curiosidad multidisciplinaria que lo hacen
vaciar su capacidad creadora en varias direcciones, en particular hacia esa
otra disciplina que también me apasiona, el cine, hacían que me resultara muy
emocionante la posibilidad de escucharlo hablar…..de lo que fuera.
Y habló, de una manera sencilla y
libre de arrogancia, de ese espacio de incertidumbre que suele acompañar
cualquier intento de creación, de su forma periférica de encontrar cómo decir
las cosas en una canción.
De Frederick Seidel, su poeta
favorito en estos tiempos.
Y de “Lawless”, de “Días de
gracia”….y de la vida.
Y fue emocionante.
Y reconfortante.
Así como también lo fue escuchar
hablar hace meses a Santiago Auserón sobre la importancia de las palabras y la
poesía y la lírica en las canciones.
Eso también fue emocionante y
reconfortante.
En un rato más escucharé y veré a
Nick Cave en el escenario acompañado de sus Bad Seeds y seguramente también
será emocionante y reconfortante.
Un magnífico cierre para un fin de
semana que empezó con nuestro concierto en Ciudad Juárez, el mejor hasta la
fecha con la presente alineación de mi banda – en palabras del Sr. Carlos
Sánchez Vilches, nuestro contrabajista.
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